
LA EMOCIÓN DE INGRESAR
Desde que decidí postular a la UNHEVAL, sabía que el proceso sería desafiante. La competencia era feroz y las expectativas altas. Pero también sabía que, si lograba superar todas las etapas, abriría la puerta a un mundo de oportunidades y aprendizaje.

Pasé horas estudiando para los exámenes de admisión, repasando conceptos de matemáticas y física una y otra vez hasta sentir que los dominaba por completo.
El día del examen de admisión fue emocionante y estresante. Me sentía nervioso mientras respondía las preguntas, repasando mentalmente todas las posibles preguntas y respuestas. Cuando finalmente llegó el momento de realizar el examen, me concentré y di lo mejor de mí.
Después de horas de espera ansiosa, finalmente recibí la noticia que tanto había esperado: ¡había ingresado a la UNHEVAL! La felicidad que sentí en ese momento fue indescriptible. Era como si todos mis esfuerzos y sacrificios hubieran valido la pena, como si finalmente estuviera dando un paso más cerca hacia mi futuro soñado.

Al ingresar a la facultad como estudiante oficial, sentí una mezcla de emoción y gratitud. Estaba emocionado por todo lo que me esperaba: nuevas amistades, desafíos académicos y oportunidades de crecimiento personal. Pero también estaba agradecido por haber tenido la oportunidad de llegar hasta aquí y por todas las personas que me habían apoyado en el camino.
Ahora, mientras camino por los pasillos de la universidad, siento un profundo sentido de pertenencia y orgullo. Sé que el camino que tengo por delante no será fácil, pero estoy listo para enfrentar cada desafío con determinación y pasión. Porque sé que cada obstáculo superado será una lección aprendida y un paso más cerca de convertirme en el ingeniero que siempre he soñado ser.
